+No tengo ganas de nada.
Me siento vacía.
Perdida.
No sé.
-Igual.
+No sé quién soy, qué quiero ser ni en dónde coño estoy.
-¿Cómo se sale de aquí?
No sé por qué voy con quien voy ni que busco ni nada.
+Veo como todo el mundo están formando ya sus vidas mientras yo me quedo parada, si saber a dónde tirar.
-Tengo ganas de leer y olvidarme de todo.
+Meterme en el mundo de la fantasía.
-Exacto.
+...
-...
+¿Sabes? Ahora mismo eres una de las únicas personas con la que me siento en casa, segura.
-Créeme cuando digo que siempre as sido y siempre serás una hermana para mí.
+Desde siempre para siempre.
sábado, 31 de mayo de 2014
Rumber.
Rumber,
pueblo de todo soñador. Rumber, simple, acogedor. Rumber, lugar apartado y
bohemio.
Una
nube blanca se extiende por Rumber.
Una
hoja de papel cae a unos pasos de mí. Como recién impresa, las letras se pegan
a ella. Miro hacia arriba y pienso que el viento la ha traído hasta aquí. Revoloteo
por el pueblo mientras las calles empiezan a llenarse de hojas. Folios blancos
como la nieve, pero llenos de pensamientos. Miro en las ventanas y los
habitantes se estremecen por la extraña precipitación. En Rumber llueve, nieva,
graniza… No cae papel del cielo.
Los
niños empiezan a salir fuera, y tras ellos, menos confiados, los adultos. Una
elegante señora se para a mi lado y recoge una de las hojas del suelo. Me
acerco discretamente por detrás y leo: una
elegante señora se para a mi lado y recoge una de las hojas del suelo. La
señora no sabe si darse por aludida, pero mira a los lados y luego se va
nerviosa. Que extraño. Miro en otra dirección y veo como uno de los folios se
engancha en una de las ramas de un viejo roble. Me acerco a él y leo: Miro en otra dirección y veo como uno de los
folios se engancha en una de las ramas de un viejo roble. ¿No es lo que
acabo de pensar?
Suena
la alarma del ayuntamiento, significa una reunión. Somos pocos habitantes, unos
ciento y pico. Me interno en las calles en busca del ayuntamiento y su sala de
actos. Allí me siento y escucho.
-Habitantes
de Rumber, os he reunido aquí para informar de la meteorología. –Empieza el
alcalde Green. Una señora de mi lado hace una burla sobre el presentador del
tiempo. – Esa nube que tapa ahora mismo el pueblo está haciendo llover papel.
Hemos descubierto que es papel escrito. Cada folio, lleva impreso el número de
la página. Es un libro. Puede que una forma de propaganda…
-No.
– le corta una voz. Desde la oscuridad aparece y se sube al bajo escenario una
señora de pelo blanco y vestido negro. – Yo he hecho esto. –Dice. La sala estalla en murmullos.
-¡Silencio!
-He
hecho un conjuro…-continúa la mujer.
-¡Bruja!
¡Bruja! – Suena por atrás.
-Miren,
estaba un día intentando hacer un nuevo conjuro para patentarlo después. –Bruja
retoma la explicación. – Sin querer añadí un ingrediente equivocado y me
desligué de Él. –Mira al alcalde en busca de comprensión y, aunque éste está blanco,
asiente y ella continúa- Él nos controla. No sabía quién era Él, así que hice
el hechizo ayer por la noche con todo el pueblo. Y estas son las consecuencias:
un libro. ¡Ya sé quién es, ya sé quién somos!- Levanta las manos con dramatismo.
¿Cómo va a saber quiénes somos? Toda la sala está tensa y la miran con
incredulidad.
-Pues,
dinos. Bruja. ¿Qué sabes? – inquiere el alcalde Green al ver que se hace el
silencio.
-Es
un escritor. Y nosotros, sus personajes.- Responde ella, como si fuera
sencillo.
-¡Eso
que dices no tiene ningún sentido! Somos personas de carne y hueso. –Salta La Lista
del pueblo. – Y si fuera así, se supone que nunca fuimos libres. ¿Y ahora sí? –
deduce tratando de descifrar.
-Sí.
Durante tres días seréis libres. Todo lo que hagáis será por voluntad propia,
no serán acciones decididas por un dictador. Pero el tiempo se acaba y alguien
tiene que ir a buscarle para que nos quite esta maldición. Para que nos haga
reales. – Responde Bruja con seriedad.
La
sala murmura.
-¿Alcalde?
-Viendo
todo esto, he de formar un grupo para ir en busca del Escritor. – responde él.
-¿Está
usted loco? – Grita alguien entre las butacas.
-
Pueblo, si alguien tiene que arreglar esto voy a ser yo. Iré, pero necesito
ayuda. – Admite Green.
-
Yo voy, está claro que necesitaréis mi ayuda en este problema sin resolver. –
Dice La Lista del pueblo.
-
¡Si de verdad existe ese escritor y se supone que nos controla quiero
conocerle! Porque en tal caso sería como una especie de dios. Mi cosecha quedó
destruida. No tuve con que alimentar a mi familia y mi mujer murió. ¡Me la
arrebató! ¿No tenía suficiente con lo primero? ¡Bastardo! Si alguien tiene que
ir, seré yo. – Relata El Campesino con resentimiento.
Una
luz brillante llena toda la sala de golpe. Se apaga lentamente y deja una figura
en el centro. Una figura humana, o casi. Es una chica, no se puede saber a
ciencia cierta su edad. Tiene el pelo negro y lleva un vestido rojo largo. Levita
sobre el suelo. La gente se asusta.
-¿Qué
está pasando aquí? – pregunta el alcalde. Se encuentra al lado de la chica, por
lo que retrocede.
-
Soy la diosa Laink. Y estoy aquí con el propósito de conocer al Escritor. ¡Yo,
la diosa entre los dioses! ¡Yo, la legisladora! ¡Mi reino infinito! Y de
repente no soy nada. Ni persona humana. ¡Es humillante! De diosa a personaje efímero
para novela…
-¿Laink
no era un hombre? – Dice alguien de la multitud. La diosa mira con odio. Más
que un ser inmortal parece una niña malcriada.
-
Menudo equipo me ha tocado… - Murmura el alcalde – Bien, pues… Ya estamos
todos. Vayan a hacer sus maletas.
-Alcalde,
¿cómo sabremos dónde vive el Escritor? – inquiere un habitante.
-Eso
es una buena pregunta… - La lista del pueblo examina las probabilidades. – En
las hojas, todo lo que pasa en el pueblo está narrado. Lo ve desde dentro, como
un testigo. Seguramente cuando salgamos fuera habrá páginas escritas sobre lo
que estoy diciendo ahora… ¿Es que no lo entienden? Hay un espía. Y ese es quién
nos llevará al Escritor.
Tras
despejar la sala, salgo y revoloteo hasta el final del pueblo. Las hojas siguen
cayendo. La verdad es que siempre me ha gustado mucho volar por esta zona. Este
camino, por el que se sale del pueblo, llega a unas montañas verdes y frondosas
donde siempre he querido ir, y sin saber la razón, nunca las he llegado a
pisar. Es un sentimiento de pertenencia, como si hubiera nacido allí y me
mantuvieran cautivo. Las miro y pienso si no serán más que el fruto de la
imaginación del Escritor. Si nunca, por mucho que yo quiera, serán reales. Y,
es más, si pasan los tres días y no consiguen liberarnos, ¿recordaremos acaso
estos días? ¿O viviremos tristes y aferrados al pasado de tan solo tres días
sin esta maldición? Rezo porque estas
sesenta y dos horas, la piedra, los árboles nacidos en la misma, el riachuelo
que fluye y todos sus seres vivos e inertes, son reales. Decido ir. Ese es mi
único objetivo.
-¿Hola?
– Dice una voz. Me giro bruscamente saliendo de mi ensoñación. Son el grupo de
los cuatro personajes. Sí, personajes porque ahora todos lo somos. La Lista, El
Granjero, el alcalde Green y la diosa Laink. ¿Qué hacen aquí?
-
Se supone que aquí está El Narrador. Lo pone en la última página caída. –Explica
La Lista.
-No,
mira, acaba de caer otra- El Granjero la recoge del suelo y lee para sí. –
Sales hablando lo último que acabas de decir. Y seguramente esto que estoy
diciendo salga impreso en la siguiente. Bien, El Narrador está aquí.
-¡Pero
si aquí no hay nada! – Señala la diosa Laink, dramática. - ¡Esto es una farsa!
Un
momento, esto quiere decir que…
-Esperad.
Tiene que estar aquí. – Dice el alcalde.
-¿Qué
hay allí? En la rama. – Pregunta La Lista.
-Es
un colibrí. La verdad es que no abundan en esta zona… - Responde El Granjero.
La
Lista se acerca donde me encuentro. Y para mí todo deja de tener sentido: ¿Soy
yo el personaje al que se refieren? Sí,
soy un colibrí. ¿Pero acaso importa?
-Es
él. Acaba de caer otra hoja a mis pies, está narrando todo. No se cree que sea
El Narrador –Informa la diosa Laink. – Es un colibrí, esto es incomprensible.
¡No puede hablar! ¡No puede decirnos donde debemos ir! Ni siquiera sabe que es
el propio Narrador…
Me
ofendo porque no quiero que los personajes de Rumber sepan mis pensamientos. Es
una violación de la intimidad. Me ofendo porque no es fácil de asimilar lo que
está pasando. Y me enfado bastante. Porque los colibríes no piensan y no
entiendo por qué yo he tenido que ser el único que lo haga. Claro que no puedo
hablar, ¿Cómo voy a poder?
El
alcalde recoge el último folio caído del cielo. Lo examina y dice:
-Se
siente atraído hacia las Montañas Solitarias. Debe de ser allí – Dirige su
mirada hacia el horizonte, donde ellas se encuentran. – Tardaremos en llegar si
no partimos de inmediato. Tengo una corazonada y un plan. – Se saca un mapa de
la mochila negra que lleva a la espalda y lo abre sobre una roca – Bien, para
llegar allí debemos ir en caballo o mula por el camino de herradura que sale
del pueblo. –Traza una line sinuosa con el índice en el papel siguiendo el plan
mientras habla – Llegaremos a la pequeña pradera de cultivos de Pumber, el
pueblo vecino. Allí necesitaremos provisiones. Laink – Se gira y la mira. –
Eres una diosa, puedes aparecer y desaparecer como hiciste en la asamblea.
Tendrás que ir antes a Pumber y preparar comida, agua y alojamiento para la
noche y el día siguiente. – Explica el alcalde Green y ella asiente. – Nosotros
llegaremos al anochecer al pueblo y descansaremos. Al día siguiente partiremos
con un paisano hacia el bosque. El Bosque de las Almas Olvidadas. – Suspira – Habrá
que dejar las mulas en Pumber y…
Un
estruendo interrumpe la acelerada explicación de Green. Suena como si el suelo
se fuera a partir en dos, como truenos amenazantes de tormenta. Y, después de
una pausa prolongada, se escuchan unos pasos lentos.
Una
chica, es decir, una adolescente, aparece por el camino que lleva a las
montañas y se acerca al grupo de personajes. Es morena de pelo corto, bajita y
con ojos grandes. Todos la miramos sin saber qué hacer porque no es seguro que
los truenos se relacionen con ella. Se para a unos pasos de nosotros y mira el
mapa. Después, saca una libreta marrón, y con la goma de su lápiz, borra algo.
Todos la miramos sin entender absolutamente nada.
-
Hola,
me llamo Emma. – Dice mientras mete sus manos en su sudadera. ¿Dónde ha metido
su cuaderno? Juraría que lo tenía en la mano.
El
campesino ahoga una exclamación. Nos giramos hacia el mapa.
-
Pumber,
El Bosque de las Almas Olvidadas… No están. – Exclama La Lista señalando con el
dedo el lugar que ocupaban aquellos sitios en el mapa.
Lo
ha hecho ella.
Emma
agarra su codo con su mano, apoyándose en su pie contrario, incómoda.
-
¿Es
El Escritor? – dice conmocionada la diosa Laink. - ¿lo eres? – Le pregunta esta
vez a Emma.
-
Eh…
yo…
-
¡Claro
que lo es! – Dice la lista, alterada.
Todos
la miramos conmocionados. Es una niña. Una niña.
-
Entiendo.
– El alcalde Green se levanta y se acerca a la escritora. – Soy el alcalde
Green – le ofrece la mano.
-
Lo
sé. – Responde ella con una sonrisa, y la acepta.
-
Necesitamos
que nos hagas libres. – Explica él.
-
Las
cosas no funcionan así, Green. – dice con cara apesadumbrada. – Bien, entiendo
que toda vuestra “vida”, es decir, existencia, haya sido una mentira. Y también
sé, que hay muchas cosas injustas que han pasado - dice mirando al campesino – Pero, debéis
entender, que yo no quería esto. Erais felices en la mentira, pero ahora que la
verdad ha sido desvelada, ya no hay marcha atrás. Es el momento de asimilar las
cosas.
-
¿Estás
diciendo que no vas a hacer nada? – pregunta brusca, Laink.
-
Déjala
explicarse. – Dice el alcalde con autoridad.
-
No
puedo hacer ya nada. Así es como termina la historia. Como si El Escritor es
Dios y envía a su hijo a su muerte.
-
¿Qué
está diciendo? – Ni La Lista lo entiende.
-
Soy
la escritora de este relato encarnada en un personaje. ¿Es que no lo entendéis?
No somos reales.
-
¡Durante
estos tres días si! – Grita El Granjero.
-
¿No
os habéis parado a pensar lo fácil que le ha resultado a Bruja hacer ese
hechizo? – Hace una pausa y veo en la cara de los demás como van uniendo las
piezas del puzzle.
-
No
te opusiste al hechizo de liberación, como podrías haber hecho porque puedes
controlarlo todo. No fue consecuencia del hechizo que cayera tu novela en
folios del cielo ¿verdad?
-
Ajam.
Bueno, lo de los folios fue más para que atarais cabos y supierais que es un
libro, que vuestra vida, es un libro. – Responde como si no importara. Somos
personajes, pero supongo que sentimos igual que personas. Nada de esto es
justo. No, no puede ser.
-
Y
pusiste al mando de tu novela a un colibrí, un animal minúsculo que ni siquiera
sabe que es él El Narrador.
-
Sí.
-
Pero,
¿por qué?
Emma se mete las manos en los
bolsillos de su vaquero y encoje los hombros suspirando. No parece ni mucho
menos El Escritor que todos pensábamos. Su forma de ser impone menos, incluso,
al ser la más pequeña de todos. Y sin embargo, es nuestra “creadora”. Parece
estúpida esta historia, es decir, su historia. No pasaría de verdad nunca.
Tal vez, por eso, ahora este más
que nunca seguro, de que esto es pura fantasía.
-
No
me gustan los cuentos largos. Pero, - mira arriba tratando de explicarse - mirar, sois vosotros. Cada uno con su
personalidad, su pasado. Que me hicieron pensar: si les dejo en el olvido, ¿qué
será de ellos? – se recoge el pelo detrás de la oreja y le da una patada a una
piedrecita del suelo. - Tras escribir y
vivir vuestras historias, todas, las de este pueblo, me di por vencida y
necesitaba un final. Un final... Es tan difícil de escribir como un principio.
Bruja me abrió una puerta hacia ese final deseado. En aquel momento supuse que
podría sacar provecho, no que se montara este lío. Aunque, no sé, es increíble,
estoy hablando con mis personajes, con aquellos con los que he soñado tanto o
esos que me han dejado sin dormir. – Nos mira con ojos brillantes, como
esperando que sintamos afecto hacia ella, o gratitud. Qué estúpida - Y… bueno, seguramente estaréis muy enfadados
conmigo, pero no importa, el final está escrito.
Y
con esas palabras nos deja a todos sin aliento. “Está escrito”
-
¿Cuál
es ese final? – pregunta lentamente la diosa Laink.
-
Qué
mejor final, que el mismo principio.
Rumber,
pueblo de todo soñador. Rumber, simple, acogedor. Rumber, lugar apartado y
bohemio.
Rumber,
población: 0 personajes. (Murieron todos en sacrificio de la falta de
imaginación)
miércoles, 28 de mayo de 2014
El Cielo.
El cielo no es más que una ilusión o una mentira.
Es aire.
No es azul.
Cercano y distante.
Si el Cielo hace referencia a esta palabra, ¿Dios es una mentira? ¿Una ilusión?
Nunca lo sabremos.
Un hurra, leñoso y desgastado, por todas las personas que se han mudado al Cielo sin previo aviso.
Espero que no les embaucara, vendiéndoles una casa de nubes y sueños en un lugar inexistente. O al menos, inexistente para los vivos.
Porque tal vez habiten las nubes. O simplemente estas sirvan de vehículo.
Se mueven tan rápido... Y a la vez tan lento...
Nunca lo sabremos.
Se desplazan como el futuro que pasa a presente y pasa a pasado sucesivamente. Son solo mismos verbos conjugados distinto.
Es efímero, todo lo es.
¿Podremos acordarnos de todo cuando nuestra vida haya acabado?
Nunca lo sabremos.
El cielo, todo ello gas y luz. No mas que partículas inertes. Pero, libre como nada, indiferente a lo ajeno y sobre todo, eterno.
¿Sentirá el tiempo? ¿Ya se habrá olvidado de esta maldición?
lunes, 19 de mayo de 2014
Simples
Tenían razón; el dolor se fue.
Aquellas lágrimas derramadas en total desesperanza.
Esas, que se llevaron parte de mí,
dejándome desnuda, indefensa,
aunque no toda.
¿Soy la misma? Soy diferente.
Algo, que me hace sentir y soñar. Algo que también me hace pensar que no valgo suficiente, o que todo carece de sentido y no merece la pena ser intentado.
Pero no, la inseguridad no lo es todo, ni lo será.
Mi corazón sangra,
y las nubes se mueven y brillan como cuando tus ojos se posan en,
mis ojos; mi boca; mi cuello.
Y todo mi cuerpo lo nota.
Son versos rotos,
palabras incompletas entre verso y beso,
frases dichas por impulso,
caricias hechas en secreto.
No sé lo que pasará mañana, pero tú tampoco.
¿Perdemos la cordura?
Duerme hoy, despierta mañana.
O no despiertes nunca; quédate aquí, conmigo.
Tal vez,
hoy,
simplemente,
me apetezca pensar en tí.
sábado, 17 de mayo de 2014
?
Espero que la vida sea una de cal y una de arena. Tomo y doy. Perdono y me perdonan. Quiero y me quieren. ¿Porqué sino qué? ¿Qué hay ahí fuera que merece tanto la pena?
¿Realemente hay algo que me haga sentir verdadero? Pensar por las mañanas que este día merece vivirlo, ir con una sonrisa, saber que estas cumpliendo tus sueños.
Suena satisfactorio.
Pero no creo que las cosas sean tan bonitas, que la vida te empuja, te araña, te hace verdadero daño. ¿Es una lección aprendida?
No es como las películas, esto es la vida real. A nuestro alrededor hay estrés, lágrimas, dolor, ira. No se si es por la edad o si seguirá de este modo para siempre. Quiero pensar en lo primero. Porque la oscuridad te traga, te seduce, y poco a poco te mata.
La soledad. ¿quien no necesita un apoyo?
Miramos nuestro ombligo, pasamos.
Y que el reloj marcaba las cinco pero ahora son las doce.
Si lecciones nos da la vida, y nos las pone porque sabe que nos levantaremos, cuanto estupido hay que no estudió para este examen.
Estrés. Estrés. Estrés. Dolor. Felicidad. Estrés. Impotencia. Dolor.
Y vuelta a empezar.
¿Realemente hay algo que me haga sentir verdadero? Pensar por las mañanas que este día merece vivirlo, ir con una sonrisa, saber que estas cumpliendo tus sueños.
Suena satisfactorio.
Pero no creo que las cosas sean tan bonitas, que la vida te empuja, te araña, te hace verdadero daño. ¿Es una lección aprendida?
No es como las películas, esto es la vida real. A nuestro alrededor hay estrés, lágrimas, dolor, ira. No se si es por la edad o si seguirá de este modo para siempre. Quiero pensar en lo primero. Porque la oscuridad te traga, te seduce, y poco a poco te mata.
La soledad. ¿quien no necesita un apoyo?
Miramos nuestro ombligo, pasamos.
Y que el reloj marcaba las cinco pero ahora son las doce.
Si lecciones nos da la vida, y nos las pone porque sabe que nos levantaremos, cuanto estupido hay que no estudió para este examen.
Estrés. Estrés. Estrés. Dolor. Felicidad. Estrés. Impotencia. Dolor.
Y vuelta a empezar.
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