jueves, 25 de septiembre de 2014

Última entrada.

He estado pensándolo durante varios días, puede que incluso semanas.


Este blog no tiene ni un año. Fue creado por todas las ideas sin escapatoria que se me venían a la mente. Era una ilusión y un proyecto, todo risas, amistad, palabras y lectores.
Pero como en cada historia, hay un punto de inflexión, un cambio. Y cuando se produce no hay vuelta atrás. Todo se desencadenó con una rapidez inimaginable.
Era reconfortante formar parte de algo, sentirse seguro entre lo cotidiano, vivir sin saber que había detrás de la valla. Pero las cosas se distancian, quien creías mejor no lo era, y poco a poco te desmenuzaban.
Duele tener que decir algo que es cierto y que todos saben pero ignoran porque piensan que es mejor dejarlo estar. Hay veces que desearía gritárselo al oído, o a los cuatro vientos.
Pero eso no es el tema. Lo que quiero decir es que, me trae demasiados recuerdos, todo tipo de recuerdos. Y puede que penséis que soy una cobarde, pero no quiero ponerme a escribir y darme cuenta de la cantidad de personas que están implicadas en todos mis textos.
Aunque no es solo eso.
No es un adiós muy buenas, paso de página. Te olvido. No.
Ojalá.
Pero os aseguro que no. No creo que olvide jamás.


Así, que, esta va a ser mi última entrada en este blog. Siempre estará en mi corazón. Os agradezco a cada uno de vosotros que lo leéis, porque significa muchísimo para mi. Siento que no estoy tan sola después de todo.

No se si habréis entendido el sentido de este texto, pero no creo que pueda expresarlo de otro modo.

Pero, no, esto no es una despedida.
Tengo un nuevo blog: metaldove.esy.es
Aún no he publicado nada, porque está en proceso de contrucción y allí colgaré mis nuevas entradas como un nuevo comienzo. También tengo twitter: @EmmaCabal donde tendré el link en mi bio y cada vez que escriba pondré el enlace.

Si has leído hasta aquí abajo es que te debías de estar aburriendo muchísimo. Pero te doy las gracias, de verdad.

Abrazo virtual de ECS.



domingo, 31 de agosto de 2014

Un mismo camino.




La pluma había sido un regalo precioso de navidad. Le encantaban las antigüedades de aquella tienda de la esquina y su madre, muy acertada, se la había comprado. Era de madera oscura y tallada con una pluma de pavo real enganchada al hueco del pico. La punta era de metal, muy elegante y la tinta venía en unos tarros negros.
A parte de que le encanten los misteriosos objetos de aquella tienda, le encantaba escribir. Y por ello, la pluma había sido el mejor regalo que había tenido.
Aun que le daba miedo utilizarla, por lo delicada que parecía, Tessa tenía muchas ganas de escribir con ella. Pero sin embargo, había preferido guardarla, poniéndola como decoración en su estantería. 
Solo pasaron dos meses hasta que tuvo que darle uso.


                                                                  * * * 


Había tenido que ir a la biblioteca para hacer un estúpido trabajo de geografía pero la información que necesitaba no estaba en ningún lado. Su profesor le había mandado que estudiara a fondo e hiciera un trabajo de opinión sobre "islas del Pacífico, procedencia y mitos" lo que sonaba muy poco concreto ya que tenia por seguro que habría muchas o muchísimas islas en el océano. 
Es más, según leía más libros, se hacía más pesado. Encontraba cosas, sí, pero no era el típico trabajo que puedes copiar de Wikipedia. 
En todo este lío se había metido porque el cabrón de su amigo Miles le había tirado un avión de papel en clase de historia, lo que no es muy inteligente por su parte. La profesora Natalie era un auténtico ogro. Si no le entregaba el trabajo el martes, le pondría un cero en actitud y trabajos, lo que significaría un suspenso.
Suspiró indeciso, aburrido y enfadado. Se levantó de la silla haciendo ruido y la bibliotecaria le echó una de sus miradas asesinas. Cogió su mochila, se la puso al hombro y caminó por los pasillos de la biblioteca. Estaban llenos de libros, de distintos colores y tamaños. Y sin esperarlo, uno cayó sobre su pie. Brent aguantó la respiración. "Mierda, mierda, mierda" soltó el aire por la boca, entre los dientes. Recogió el libro del suelo y casi se le cae, no pensaba que pesaría tanto. Entre el trabajo y el dolor de pie, estaba más que enfadado, solo tenía ganas de pegar o romper algo. Sin embargo, respiró hondo y lo puso en la estantería. Volvería a casa, se daría una ducha y miraría el Internet información. Y cuando comenzó a andar sonó un "pum" detrás. El libro se había vuelto a caer. Miró en el hueco donde encajaba en la estantería y no había nada. Lo recogió otra vez y lo volvió a meter en su sitio. Pero sin darle tiempo a volverse el libro le cayó sobre el brazo, y se resbaló hasta el suelo. "Me tomas el pelo" lo recogió con el brazo que no estaba dolorido. Era de cuero rojo y liso. No tenía título, ni sinopsis, ni autor. 


***


Era divertido inspeccionar en la casa de su abuelo. En cambio a su hermano no le hacía tanta gracia. Siempre iban allí para celebrar el cumpleaños de su madre en Febrero. Estaba a las afueras de la ciudad, en la orilla del "Lago negro". Era un sitio que a Samantha le encantaba. Iba allí, comían rosquillas con chocolate caliente, su hermano se quejaba de lo aburrido que era la casa mientras veían una de las pelis de su abuelo, y después ella por su parte rebuscaba en el trastero. Era lo más entretenido que se podía hacer, el agua del lago estaba helada - literalmente - y a menos que quisieras contar las baldosas del suelo, no había mucho más. De todas formas, siempre encontraba cosas viejas, polvorientas, pero que eran un mundo para ella. Había calcetines sin su pareja, un abrigo con los bolsillos rotos, un teléfono antiguo sin cable, libros con letra de imprenta, manteles de cocina con flores bordadas, bicicletas pinchadas, cajas de herramientas vacías... Una pila de fotos de cuando la abuela y él se casaron. Y a su derecha, un cuaderno negro grueso y vacío. Destacó porque no concordaba con aquel montón de chatarra. "En realidad, parece nuevo" se dijo a sí misma mientras pasaba las páginas en blanco.


***


Su madre y su padre trabajaban juntos en la galería de arte. La pintura y la escultura eran su todo, su expresión y su punto en común. Se situaba cerca de su casa, al lado de la costa. Al salir del colegio, como siempre, se dirigía allí y comía con sus padres algo - normalmente - guardado en un taper y después se iba a la academia de pintura en autobús. Los días eran rutinarios, pero eso no era ningún problema para Dylan, le gustaba la tranquilidad y la seguridad del día a día.
"¿Qué hay hoy para comer?" dijo mientras dejaba su mochila sobre la mesa blanca. "Pollo frito y ensalada" respondió su madre mientras habría los tapers. "Hoy ha sido un buen día." dice contento su padre mientras se sienta al lado de Dylan. "¿Han comprado alguno?" preguntó. "En realidad, me ha sorprendido mucho porque querían un cuadro que compré hace poco, es muy raro". "Am" "Es ese de allí" señala su padre con la cabeza. No le veía mucho misterio: estaba pintado entero de un blanco-gris con brocha con óleo, sobre lienzo. Y en la esquina de arriba izquierda había un punto negro del tamaño de la marca que dejaría la punta del dedo meñique bañado en tinta sobre el papel. No llegaba a entender que desvelaba, a lo mejor simplemente era de un artista importante. Me quedé mirándolo contrariado toda la comida, sabiendo que había algo que se me escapaba. Después, sacudí la cabeza, dije adiós y me fui a la academia.

domingo, 6 de julio de 2014

Mi querido distrito.

Últimamente he escrito poco. Más bien escribo, lo releo y me da la sensación de que es malo. No quiero publicar cosas vacías.
Ayer, sin embargo, estuve limpiando mi cuarto y encontré un papelillo que había escrito hacía un mes y medio (aprox.) y me gustó. Así que hoy lo voy a publicar.
Ruego que se lea en tono irónico.


Ella era lo que se viene a llamar una "chica de ciudad". Lo pongo entre comillas porque no era exactamente así. Residía en una casa de color dorado en un barrio de clase media alta. Se situaba a unos quince minutos de la capital, si no había tráfico, por supuesto. Aquella zona se distanciaba de Madrid pero también formaba parte de ella. Se caracterizaba por mucha casa residencial, parques grandes y bien cuidados (cómo va a faltar la naturaleza, si es incluso más esplendorosa cuando se limita a hierba, escasos árboles y alguna florecilla solitaria para que los animales de la casa hagan sus necesidades) y gente, conocida entre sí, muy modesta con caras camisas.
Un paraíso.
"Antes, todo esto era campo" le dijo su padre cuando se mudaron. Y ella no dudó en creerle. Sin duda, podría haber sido un hermoso campo, fuerte y salvaje, con altas hierbas terminadas en flores silvestre, cardos y cabezas de trigo dorado. Alguna otra piedra gris mate en el atardecer de primavera. Y las ramas silvantes de los árboles, huesudas y vultosas, con colores marrones que variaban según daba la luz del sol. Se alzaban hacia el sol, como queriendo tocar el cielo, las hojas se extendían al rededor, como mariposas muertas o quizá dormidas, con colores del morado al amarillo amarronado. Se lo imaginó nevado, todo blanco y silencioso. Se lo imagino en verano, todo seco. También mientras llovía o en una tormenta, todo embarrado y musgoso.
Pero lo que veían sus ojos eran casas. Casas y gente. Casas, gente y coches. Muchos coches.
Y ellos ni se habían parado a pensar lo que habían destrozado.

domingo, 15 de junio de 2014

Life goes on

Si la vida fuera solo mala, nadie viviría. 
Si la vida fuera buena, todo el mundo estaría aburrido.
Creo que mezcla para equilibrar, una balanza. 

Pasan cosas malas, raras e importantes. También hay veces que te planteas tu propia existencia y piensas: "¿Qué coño hago yo aquí? " Pues bueno, una cosa más que tienes que añadir a tu lista de misterios sobre la vida. Al menos, hay gente que descubre quién es.

Nos da limones y hacemos limonada. Tiene sentido, aunque algunas veces no es tan fácil. 

Cuando se cierra una puerta, se abre otra. No la ves si estas ciego, pero eso no significa que no este allí ¿no?
De todas formas, aunque la vida da bastante asco en algunos momentos, queramos o no, seguimos aquí. Y no nos dejan marcharnos. Continúa y nos arrastra.

Al menos, no nos deja hundirnos. 
Espero que de segundas oportunidades. 

Últimamente he tenido más dolor de cabeza que en toda mi vida y ¿por qué? Creo que es por no pensar, por no tener un proyecto en mente, por dejar que el tiempo pase mientras miro las nubes. 
Pero es que yo no soy así. Yo no me hundo. Yo lucho y supero, como debe hacer cualquier persona. 

Así que, sí, voy a aprovechar las oportunidades que aparezcan. Voy a vivir.

sábado, 14 de junio de 2014

De piratas.

Para Marta, gran artista y amiga.

Erase una vez, dos bellas piratas. Todos los piratas hombres las temían, eras grandes. Ellas no tenían un aspecto fuerte, ni fiero. Eran como dos gatitos recién nacidos, débiles.
Pero aún así se las respetaba.
No iban juntas en un barco, cada una tenía el suyo: grande, potente y moderno. Se conocían desde siempre pero no siempre habían sido compañeras. Dos mujeres muy competitivas una en contra de la otra. 
Pero se las temía, porque tenían mucho potencial. Porque eran más de lo que parecían. Porque si se juzgaba de mala manera, por la portada, no entendías; nada era lo que parecía. 
Juntas, podían surcar todos los mares, descubrir todos los tesoros existentes, blandir espadas afiladas al combatir los grandes monstruos que habitaban la Tierra. 
Se hablaban por carta, como creando un diario con las aventuras vividas, enseñando sus misterios descubiertos, rememorando sus tiempos. 
De vez en cuando se veían, se compraban juntas una espada nueva y se embarcaban en una aventura mayor que la anterior. Las mejores leyendas son las suyas. 
Porque, aunque fueran dos personas, compartían alma. Un alma dividida en dos. 
Por eso, en su última aventura, surcaron un mar embravecido. Pero ellas no estaban asustadas. Era probablemente la tormenta más fuerte que habían vivido. Pero volvían de una de aquellas islas perdidas y estaban felices de haber encontrado otro de los tesoros escondidos. Y estaban exhaustas, pero llevaban una sonrisa puesta. Miraron a la tormenta con ojos agradecidos, era su mundo. La vida era tan bella. Se dieron cuenta de lo que tenían, todas las experiencias vividas juntas o separadas, sabiendo que siempre las dos han estado siempre ahí, para completar a la otra. La tormenta no parecía oscura, o amenazante. Era un hecho de su vida que estaba allí, era un obstáculo como cualquier otro, que hacía la vida más divertida, intensa. Se miraron las dos a la vez y gritaron a la tripulación "¡vamos chicos!" y saltando a punto de resbalarse iban ellas por el barco, dando órdenes, riéndose y deslizándose por el suelo mojado del barco.
Casi puedo ver como se hundió el barco.
Volcó, y muchos murieron.
El tesoro, quedó enterrado en las profundidades de aquel océano. 
Una de las dos valientes piratas murió. Da igual quién de las dos fue, de todas formas compartían la misma alma: alma abrasadora de conquistar, brillar, gritar, valer para algo, de sentir. De vivir intensamente. 
Y al morir una, la otra también. 
Aunque, hicieron tanto, valieron tanto, que una estrella apareció en el cielo. 
Todas las noches ilumina con un rayo el lugar en el que terminó todo.
Tal vez es su alma, quién sabe.

viernes, 6 de junio de 2014

Llueve

Un día de verano, me recordó a otro de invierno.
Y sin darme cuenta, la lluvia barrió toda la suciedad de mi ventana: ese polvo seco, del mal.

Abrí la ventana y mi mano saludó a una nube y esta le recibió con un suave diluvio de agua gris y angelical.
Mi cuerpo entero, sintió la necesidad: me saqué a mí misma de aquella muralla de piedra y cemento, dejándome respirar el aire fresco que jugueteaba con mis pestañas, que me acariciaba deliciosamente en una tremenda tormenta de pensamientos.
Los zapatos y la chaqueta se exiliaron a la habitación del otro lado.

Y mi cerebro maldició su destino; destino,de estar pegado con nervios y sangre a un alma tan pura y libre como la mía y un cuerpo desobediente y rebelde, que no ejecutaba. 

Y las gotas seguían cayendo aplastándome con ese suave deseo de recorrerme.

Apoyada en el escaso metro de tejas que separaba la seguridad de mi cuarto del oscuro vacío, estaba yo, pensando en como mi piel se erizaba con cada pequeña lágrima de frío que arrojaba mi compañera la nube.

No distinguí si lloraba ella, o yo lloraba.

Pero aquellas gotas, oh malditas, que me estaban consolando, pobre de mi cuerpo, cerebro y alma, que fuero arrojados al vacío por su causa.

El cerebro murió enfadado.

El cuerpo fue abandonado y alimentó así, a los peones de la vida y de la muerte.

Pero el alma, quedó atrapada en las gotas. Aún se la ve, cuando llueve.

sábado, 31 de mayo de 2014

MAL

+No tengo ganas de nada.
 Me siento vacía.
 Perdida.
 No sé.

-Igual.

+No sé quién soy, qué quiero ser ni en dónde coño estoy.

-¿Cómo se sale de aquí?
 No sé por qué voy con quien voy ni que busco ni nada.

+Veo como todo el mundo están formando ya sus vidas mientras yo me quedo parada, si saber a dónde tirar.

-Tengo ganas de leer y olvidarme de todo.

+Meterme en el mundo de la fantasía.

-Exacto.

+...

-...

+¿Sabes? Ahora mismo eres una de las únicas personas con la que me siento en casa, segura.

-Créeme cuando digo que siempre as sido y siempre serás una hermana para mí.

+Desde siempre para siempre.