lunes, 24 de febrero de 2014

...

Tic

Tac

Tic

Tac

El tiempo es un tema totalmente abstracto.
Y es un tema que me es muy difícil de entender.
Los años pasan demasiado rápido.
Cambios.
Nuevos recuerdos que se suman a una montaña de antiguos.
Desde el primer instante en el que naces, ya empiezas a morir.

Todo lo que somos y lo que tenemos se forma por el paso del tiempo. Duele saber que nacemos y morimos solos. O que todos terminaremos muriendo.

Pero por eso mismo, hay que disfrutar cada día de la vida como si fuera único. ¿Cansado de la rutina? Pues cámbiala.
Nos queda un tiempo definido, no vamos a estar tirándolo. Cada trago, cada grano de tiempo, nos da nuevas experiencias.
Y es que la vida se basa justamente en eso: en ser.
Ser tú.
Es más, ser tu mejor tú.

Mañana cumple años mi madre y no se como era antes de conocerla, pero desde que nací ha sido una buenísima madre. Y se lo agradezco. Por haberme dado la vida pero más allá de eso, por haberme enseñado y haberme apoyado en todo momento.

No voy ha decir lo que hay que hacer o dejar de hacer para ser felíz en esta entrada porque, ojalá los supiera. Sería hipócrita si no supiera que hacer pero estuviera poniendo entradas tumblr o de autoayuda. Sólo decir, que somos un reloj de arena.


Bueno, ¿te has dado cuenta de que acabas de perder unos minutos de tu vida leyendo esto? Espero que te haya servido.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Pierre Anthon

Un segundo o una eternidad. No hay diferencia. La percepción es completamente subjetiva. El tiempo es un espíritu libre que nos abandona.
No se, cuánto, cómo, dónde, qué. O en realidad si. 
El atardecer cayó sobre mi como el invierno se come al otoño. 
Vivo sin vivir. Deambulo. Puedo ser como el tiempo, como la lluvia, como el propio atardecer. No siento. Y si siento, es autofobia. 
Es como... un cortina de baño; un charco en el que no ves tu reflejo; un espejo sin cristal; niebla del norte. Como una mancha en las gafas que no se va. Y todas estas comparaciones son lo máximo a lo que aspirar, porque, no hay nada que se le parezca siquiera.

Escribo en los cristales con vaho del invierno. Me paseo en lagos de gente. Observo el sufrimiento. Y admiro la fuerza. 
Nadie repara en mí. Un ciudadano entre otros. Con su mismo paso y pensamientos. 
Hace ya tiempo, y todavía discrepo en como se debe medir el tiempo, que descubrí que era invisible. Tal vez pueda ser que la forma en la que me evado, tenga una reacción contraria y haga que la gente se evada de mí. Como las avestruces que meten la cabeza en agujeros para ocultarse. Podía chasquear los dedos, gritar como un loco, bailar encima de un coche... Que nada. La vida continuaba y se iba sin mí, dejándome atrás. 
Pero como repito, ya hace tiempo de eso (y vuelvo a discrepar sobre el reloj. El tiempo no se puede medir con objetividad. Ya lo tengo completamente probado pero como supondréis, la gente se niega a escucharme. En cualquier caso, no me entretendré en ello.)
Es como si tuviera cierta enfermedad que la gente normal llama ¿"amnesia"? Puede que sea uno de los factores por los que soy invisible. 
Lo cierto es que me acuerdo de los sustantivos básicos como vaso, coche, gente, silla... Y verbos, adjetivos y, en conjunto, toda la gramática. Pero no se quién soy, dónde vivo, mis amigos... Lo sé todo de los demás pero no se nada de mí.
Llegó un momento en que me preocupé pues al mirarme en el espejo, éste no me reflejaba. Pase varias noches (medida exasperarte para definir el tiempo en el que se debe dormir, oscuridad) inquieto y aterrorizado. Sí, es completamente estúpido, pero fue el estrés del momento. Pensé que podría ser un fantasma, lo cual en realidad tendría cierto sentido. Me asustó no ser como los demás, pero me asusté de mí mismo.
En ese momento comenzó la autofobia. Fue horrible. Quedan vestigios en mí de ello, como astillas clavadas en el corazón.

Poco después probé que no era un fantasma: mis pulmones se hinchaban cuando inhalaba, sentía el pulso en mis muñecas.
Por ello generalizo; no se quién soy y menos que soy. Pero si hablamos de ser o no ser, diré que soy feliz sin saber la respuesta a la cuestión. Es igual. 

lunes, 17 de febrero de 2014

5

5


Thomas Stonen es un auténtico gilipollas.
Me interesó en cuanto entró por la puerta con sus padres y su hermana. La americana le sentaba increíblemente bien y esos ojos verdes resaltaron incluso desde donde yo me encontraba. También me fije en su forma elegante de andar, su gesto despreocupado y la forma en el que su pelo, mas bien despeinado, le hacía aun más atractivo. Había sido como un reto, una motivación en la noche. En cuanto se separó de su hermana ya había ido como una flecha y atraídos como imanes habíamos terminado bailando y el diciéndome cosas que me hacían reír como una loca.
Argggggggggg. Le cojería la cabeza y... pummmmm.
Más bien después, cuando me separé de él para ver (como buena anfitriona de la fiesta) como iba todo, estaba ansiosa por volver a encontrarle y reírme, hablar, bailar... Era como un sueño de esos de princesas y príncipes pero en la realidad. Nunca había conocido a un chico tan guapo, interesante, listo... Lo tenía todo.
Era una gran noche y solo acababa de comenzar. Iba con mi vestido favorito rosa ajustado y el pelo planchado. A demás iba a conocer a muchísima gente y... Bueno, que iba a ser simplemente genial.

La cosa es que cuando revisé (bastante por encima y muy deprisa como una chiquilla enloquecida) todo, deambulé por toda mi fiesta y la parte de arriba, donde se encontraba mi padre. Pero ni rastro de Tom.  
Tom, Thomas, Tomi, Sexy-Tom...
Y así que llegamos, más bien llegué, al punto de verme en mi propia fiesta sola y desesperada. Como buscando una ilusión. ¿Me habría vuelto loca?
Pero no, allí estaba él. Sentado en una silla de la barra, sonriendo de esa forma que acababa de descubrir que me encantaba. Pero no me sonreía a mí. Una chica. A su lado. INTRUSA. En cuanto la vi, vino a mi cabeza: "zorra". Y tanto. Con ese pelo azul que sin duda llevaba para llamar la atención y ese vestido estrecho del mismo color. Y de nuevo: "guarra". No la conocía pero en cualquier caso, aunque fuera la mejor persona del mundo, acababa de cagarla. Era muy guapa, con cara de sexy solitaria y sonrisa juguetona. Arggg, 
Así que saludé a Tom entre el barullo y ni siquiera se giró. Me sentí bastante ofendida y me odié a mi misma por parecer de esa forma una niña mal criada intentando llamar su atención. Respiré hondo y me fui de la fiesta. Necesitaba aire. Salí por la puerta trasera y recorrí todo el jardín hasta la gran valla que daba la bienvenida a mi casa. Salí de allí demasiado exhausta. Los tacones me hacían daño, pequeños pinchazos que no había sentido hasta ahora. Me había hecho muchas ilusiones. La verdad, me tendría que dar igual que estuviera flirteando con otra chica, dado que las fiestas sirven en parte para eso. Pero había sentido una conexión, o algo parecido... Tal vez me estaba volviendo loca. Decidí no creerme a mi misma. ¿Para qué? ¿Para seguirme haciendo daño? Avancé entre la oscuridad anaranjada que creaban las farolas, como cortinas doradas. Miré a las estrellas que se veían perfectamente, y las admiré un buen rato. No iba a estar paranoica por nada. Se supone que era mi fiesta, mi capricho, mi diversión. 
Un sonido continuado me sacó de mis pensamientos. Algo rozando la acera, ruedas... Entre la luz y la oscuridad de la calle se acercó a mí un longboard. 
-¿Liam?- Paré el longboard por el pie. 
-Perrie. - Una figura se acercó a mi. Sí, era él. - ¿Qué haces aquí? 
Liam era mi "vecino". Lo digo entre comillas porque no había vecinos en kilómetros a la redonda. Era solo mar y campo.
 -Es mi calle, Liam - Le respondí molesta, con los ojos en blanco. A veces Liam me incomodaba. Se me quedaba mirando con sus enormes ojos color miel sin escucharme. Era realmente raro. Le conocía de hacía mucho tiempo y nunca le había cogido mucho aprecio, pero al parecer, él a mi si. Era guapo pero tampoco nada de otro mundo. Me recordaba más bien a un hermano pequeño. En realidad, hacía bastante tiempo desde la última vez que le vi, y parecía cambiado. No se porqué decidí ser sincera con él:
-Bueno, necesitaba tomar el aire. -Dije recogiéndome el pelo detrás de las orejas. 
-Haces una fiesta ¿y no me invitas? - Dijo el bromeando. De nuevo, me dio la sensación de que no me había escuchado. Y me molestó un poco - Ya sabes que me encantan.
Le miré avergonzada por el hecho de no haberle invitado pero, en un instante, se me pasó.
-Estoy cansada.
-¿Qué pasa? - No sabía porque a los hombres les costaba tanto hablar de sentimientos, de verdad. Era extenuante. Podría contárselo a Grace, que seguía en la fiesta, o a cualquier otra persona. Pero Liam estaba allí, esperando una respuesta. Me miraba con sus grandes ojitos y... - Venga suelta - Me repitió dándome un codazo. 
-Un gilipollas. Aunque realmente soy yo la idiota por seguir enamorada de él. 
No me podía creer lo fácil que había sido soltarlo. Pero, enamorada había sonado excesivo. Tal vez obsesionada. Solo quería llamar la atención de Liam, tener compañía.
-¿Estas bien? - Me di cuenta de que el chico no estaba tan mal, después de todo. Tenía su encanto. 
-Supongo. - Dije sonriendo. Tenía una idea. 

Me llevé a Liam dentro de la primera casa, donde se encontraban los dormitorios. Y le dije que esperase en la planta de abajo. Subí corriendo de dos en dos la escalera, con cuidado de no caerme con los tacones. Llegué a la planta y empecé a andar de acá para allá buscando ropa guay de mi hermano que le pudiera servir a Liam. En cierto momento me di cuenta de que Dan seguramente no se habría levantado y que podría aprovechar y quitarle algo de ropa. Entré en su cuarto y se quejó. Y con razón. Se debía de haber acostado a las tantas por el concierto de anoche, y la habitación seguía apestando a tío, desodorante y drogas. Pero no reparé mucho en ello. Mientras disimulaba despertarlo y quitarle la manta en realidad me metí en el escote una camisa gris que había colgada en la silla. Después salí más rápida que una bala cruzando los dedos para que no reparase en la desaparición. 
Con Liam ya cambiado y oliendo a desodorante sexy nos adentramos en la fiesta. Me puse a bailar eufórica mientras él me sonreía con pasos más tímidos. Me encontré a Dan después bailando a mi lado con Grace. Menos mal que no reparó mucho en Liam. Prácticamente me había olvidado de Tomas con todo el ruido y el sudor. Pero por el rabillo vi que se fue de la barra dejando a la chica sola. Así que era mi oportunidad de dejar las cosas claras.
Me acerqué a ella con aires de superioridad pero parecía distante. No le importaba quién era. Pasó de mi. Parecía una chica muy fuerte y eso me descolocó y... me dio envidia. Parecía controlar la situación mientras yo no. Así que cuando me dijo borde que sus padres estaban muertos ya no pude más y me fui. No me pareció tan zorra como me pensaba que sería.
Me volví a la pista pensando calmar mis pensamientos cuando vi a Dan acercarse a Rain, la chica peli-azul. Teniendo a Grace a sus pies no sabía como mi hermano podía irse a por aquella chica. Decidí ser un poco cruel con mi mejor amiga. 
-¡Grace! - Era una chica muy mona. Dan y ella hacían una pareja estupenda. - ¿Es ese mi hermano? ¿El que flirtea con la chica esa del pelo azul?
-Emm.. Si, creo que sí. -Me dijo sin dejar de moverse. No parecía ni molesta ni celosa. Pues yo si lo estaba. Quería que alguien también lo estuviera conmigo. - ¿Por qué lo dices?
-No se... Es que esa chica no me cae nada bien.
- ¿La conoces?
-No.
-¿Entonces? - Me preguntó. No tenía repuesta. Y me seguía llamando la atención que no le molestara ni un ápice que una bruja estuviera sobando a su ligue.
-¿Qué hay entre tu y mi hermano? - Tenía mucha curiosidad. Ella pasó a blanco y después a rojo.
-Yo...- Balbuceó.
-Perrie - Me había olvidado de Liam. ¿Donde se había metido todo este tiempo? - Tengo que hablar contigo.
- Eh... vale - Acepté a regañadientes. En realidad era mejor dejar a Grace bailando y reflexionando. Al volver a lo mejor habría cambiado de idea.

Liam y yo nos separamos un poco de la multitud. Él parecía nervioso y estaba cada vez más pálido. 
-¿Qué pasa Liam?
-Eh...Bueno... Quería que supieras... - Suspiró fuertemente y se pasó una mano por el pelo. - Que... Bueno, es difícil de decir, ¿sabes?
-¿Qué pasa? - Repetí. Su aliento olía a alcohol y no parecía él. Está borracho. 
-Lo que te quiero decir y no se porque te lo digo ahora, es este mismo momento, cuando podía habértelo dicho cualquier día de estos años es... Que estás muy guapa.
-¿Para esto me traes aquí? - Repuse molesta. Qué idiota. Me estaba haciendo perder el tiempo. Tiempo que valía en oro.
-No. No es todo. Me refiero a que estas muy guapa siempre que te veo.- Me miró con sus grandes ojos. Se apoyó en la pared, muy cerca de mí. - Que brillas como un farol a media noche. Que yo soy el barco y tu mi faro, mi estrella. Estas guapa todos los días que te veo y ojalá fueran más porque no consigo dejar de pensar que cuando será la próxima vez que te veré. No solo eres bella sino que eres fuerte, y, aunque la gente piense que eres cruel yo veo tu lado más positivo, tu inteligencia y tus pequeños momentos de debilidad. Aunque, si te digo la verdad, todo los momentos que he pasado a tu lado son increíbles. No consigo dejar de mirarte, sonreírte, escucharte. Me importas. Pero más allá de eso, me duele tanto quererte. Me duele amarte. Porque eres demasiado, o tal vez poco. Porque eres distinta en cada una de tus facetas, pero eso te hace aun más especial. Tal vez en tus defectos vea mis debilidades. Como un corazón roto que quiero arreglar. Y... todo eso te lo digo, porque estoy borracho y... te quiero.
Entonces me besó. Y sin darme tiempo si quiera a procesar sus palabras, se desmayó en mis brazos.




domingo, 9 de febrero de 2014

Lágrimas.

Y simplemente lloré.
Por todo lo que no había vivido. Por esos momentos infinitos perdidos. Y por lo perdida que ya me sentía yo.
Por que ahí estaba yo, una entre un millón de extraños.
Todas las murallas levantadas con dolor y sufrimiento ante mi, destruidas por unas palabras mal interpretadas. Quemadas en ceniza. Destruidas para volver a nacer, mas fuertes, experimentadas.
Pero eso no es suficiente por lo que estar triste. Son varias razones, acumuladas en una bomba que en un momento se toca, y explota. Y no se la puede parar.
Y por eso lloro y las nubes lloran hoy conmigo. Porque la vida no tiene sentido y ni siquiera el sentido lo tiene. No se lo que espero. No se lo que soy. Y menos lo que seré.
Me asusta el cambio, el futuro. Malas rachas, buenas, malas. "¿por qué te da miedo ser feliz?" "porque después de todo lo bueno, viene algo malo"
Y todos y más sentimientos afloraron sin poder parar, resistir. Solo los vomité con lagrimas saladas que sabían a dolor y furia amarga. Y las volví a vomitar porque todo era injusto y despreciable, y así otra vez.
Hasta quedarme simplemente vacía, para después volver a empezar.

miércoles, 5 de febrero de 2014

El tiempo y la lluvia.

Tú.

Interminable aire
que deprisa
quema,
destruye,
deja.
Te desentiendes.
Nos oprimes, 
nos arrebatas,
nos robas.
Y no devuelves.

Como luz cegadora,
como voz muda.
Me susurras para irte lejos,
para desaparecer,
                          y reírte.





Lánguida y resbaladiza
Larga huella marca
Única,
Villana,
Inconsciente quien
Antes de su muerte, no reza ni vive. 

domingo, 2 de febrero de 2014

4

4


Pasos de tacones por el pasillo.
Tac tac tac tac.
De arriba para abajo. Se abre un armario. Se cierra. Mas taconeadas. Un sonido de frustración. Se vuelve ha abrir el armario.  O tal vez es otro. No lo se. Se abre una puerta. Los pasos avanzan y se paran en mi puerta. 
No, no, no. No abras la puerta. No te pares.
Silencio absoluto. Me tapo la cabeza con la almohada y hago un sonido de fastidio. Me arrebujo entre las sábanas preparándome.
Se abre la puerta. Y allá va.
-Daaaaaaan. Te he dicho que te levantaras a las siete para arreglarlo todo. 
Me remuevo. 
-Enserio. Levántate. ¿Sabes que hora es? 
-Simplemente no me importa - Dije con voz ronca. 
-No me obligues a levantarte.
-Aham - Giré la cabeza e intenté volver a dormirme.
-¡Dan! - Gritó frustrada. Oí el sonido de los tacones golpeando furiosamente el suelo al acercarse a mi cama y al segundo me había destapado de pies a cabeza.
-¡Perrie! ¡Joder!
-¡Son las nueve! ¡Las nueve!
Me quité la almohada de la cara y la miré furioso. Iba con un vestido rosa muy ajustado abierto en los lados del abdomen. Era corto y los tacones la estilizaban. Madre mía, se la van a comer viva. Su cabello liso caía suelto sobre los hombros. Estaba muy guapa.
- ¡Vístete!¡Ya! - Me fulminó con la mirada y salió por la puerta.
Miré el reloj. Era cierto, era tardísimo. Si mi padre no estuviera ya en la fiesta seguramente me mataría. Me levanté de la cama y me quité la camiseta y el pantalón del pijama y los deje sobre la silla del escritorio hecho un burruño. Me puse los cascos que estaban enchufados al ipod y le di a play. Una avalancha de música me recorrió en un instante, como la adrenalina. Solo notas, ritmos. Ningún pensamiento más. Solo lo que me hacía sentir, mirar, ella me controlaba. Las letras de la canción me acariciaban y creaban una burbuja de protección contra la realidad. Como andar en un videoclip, como volar por encima de todo ajeno a las circunstancias.
Desodorante, colonia. Cojí la primera camiseta negra que encontré en el armario. Vi unos vaqueros encima de la mesa y me los puse. Calcetines y Vans negras.
Salí de la habitación y fui hacia el baño. El espejo reflejaba a un chico con ojeras, descuidado. Mi boca era puro aliento mañanero con sabor a tabaco y vodka. Los mechones lisos negros caían sobre mis ojos de forma distraída. Me peiné y me lavé los dientes y la cara. La anterior noche había vuelto a casa a las... Ni me acuerdo.
Salí del baño y bajé las escaleras hacia el hall. Después salí por la puerta y vi las luces encendidas de la tercera casa. La fiesta habría empezado hace rato mientras dormía. Gracias a Dios. Fui hacia la puerta trasera que daba a la casa pasando por el jardín, que parecía de escarcha. Paré la música del ipod y giré el pomo. 
Dentro, el aire era denso y cálido. Música de mierda sonaba y retumbaba los cimientos. Recorrí la mirada por la sala y no encontré nada interesante.
-Heeey - Voz femenina no identificada. Me di la vuelta con pocas ganas. - ¿Eres Dan Graham?
-Si - Le respondí aburrido. Mejor era irse y quedarme leyendo con mi música. La chica me miró de arriba a abajo repetidas veces y sonrió. Después miró hacia atrás y vi como sonreía a una chica. Su amiga era mona y tenía el pelo azul, lo que me gustó. Me quedé mirándola y ella no apartó la mirada de mis ojos, como si fuera un juego. 
-Graham - Una de las voces mas dulces que había escuchado en mi vida. - ¿A quién miras?
-Eh...-Carraspeé y aparté la mirada de la chica peliazul. Me centré en la bonita cara que estaba a mi lado - Nada.
Ella se rió. Al parecer la amiga de la chica peliazul había desaparecido. Y tampoco estaba la chica. Giré la cabeza y vi a Grace Bennet sonriendo a  mi lado. Era por ella por lo que había venido a la estúpida fiesta de mi hermana. Y ahora estaba agradecido. Viendo ahí, sentada mirándome. Me encantaba que me mirara, así sabía que alguna vez por lo menos pensaba en mi. Aunque ella no se fuera de mi cabeza.
-Llegas un poco tarde ¿no? - Me dijo divertida.
- Solo un poco. Es que ayer tuve concierto - le expliqué.
-Lo sé.
-¿Cómo?
-Lo sé porque estuve.
-¿Por qué no me lo dijiste? - Ella había ido a mi concierto, no me lo podía creer. Lo peor era que no me acordaba de la mitad. Me puse nervioso. ¿Y si no le gustó? ¿Y si canté mal o me equivoqué? Y lo peor de todo... ¿Con quién fue?
-¡Tranquilo! Fui con Perrie y con Rob. Lo pasamos muy bien. Me encantó, de verdad. ¡Iré a todos los que hagas!
Eso a parte de tranquilizarme me encantó y un subidón de alegría me recorrió. La cogí de la mano y me la llevé hasta la pista de baile improvisada. Pasé al lado de Perrie quien estaba bailando con un chico mas mayor que ella y esta me guiñó un ojo. La di las gracías mentalmente e hice un hueco entre la multitud para bailar con Grace. Dejé de oír la música electrónica que sonaba y dejé de preocuparme de todo. Solo me centré en la caras de diversión, sorpresa y alegría que me se formaban en la cara de Grace. 
Un rato despúes vi por el rabillo del ojo como Perrie se separaba del chico e iba hacia la barra. Se paró justo en frente de una chica. La chica peliazul. ¿Quién sería? No parecía amiga de Perrie y por sus caras estaba aburrida. Sin duda era guapa. Perrie se separó de ella con gesto ofendido y volvió a la pista de baile con el chico arrogante que no sabía bailar.
-¿Quieres algo de beber? - Le pregunté a Grace.
-Una Coca-Cola. ¡Gracias! - Me gritó entre el ruido.
La dejé bailando con una amiga suya y me fui hacia la barra. Me puse al lado de la chica peliazul quien me estaba mirando sin vergüenza.
-Eres Dan Graham. -dijo.
-¿Nos conocemos?
-Solo voy a tus conciertos.
- ¿De verdad?
Me extrañaba que una amiga/hija de ricachones/etc le gustase ese tipo de música. Pero bueno, a mi me gustaba. ¿Por qué no a ella?
-Soy Rain Black, encantada. - Y me sonrió de forma divertida.

sábado, 1 de febrero de 2014

Like a wintergirl.

Las leyes nos protegen, nos ayudan. Se imponen para ordenar y dejar ver los derechos y deberes de las personas que lo forman. Y todos están de acuerdo.
¿No es cierto?

El otro día fui al cine y descubrí una estrategia que los cineastas utilizan. Sobretodo en las películas dramáticas. Un as en la manga. La muerte de un niño duele mas que veinte muertes de adultos.
En la actualidad, en las películas, en libros... La muerte es un tema serio. Es de los peores actos que puede hacer un ser humano: arrebatarle la vida a otro. Y más aun, y recalco, si es un niño.

El 98% de las mujeres de España, desde navidad hasta verano quieren adelgazar su figura.
Antiguamente, la belleza de una mujer se basaba en huesos anchos, carnosa y tan vez un poco regordeta. Es más, las mujeres delgadas no eran apreciadas y mucho menos si eran morenas, ya que su piel dejaban ver el tiempo que habían pasado al aire libre. 

Los centros de estética están llenos. En los gimnasios la mayoría están delgados.
Pero, ¿Y si no puedes ir al gimnasio porque no tienes tiempo, dinero o edad?

La edad. Es un factor que influye mucho.
Pongamos, un señor de cincuenta años que tiene que reducir barriga. Bien, puede que le sea difícil pero su resultado depende de si mismo y de su fuerza de voluntad.
Otro, un chico de veintipocos. Quiere volver ha hacer pesas pero no tiene tiempo con los estudios, los amigos,... Es normal.
Tercer ejemplo. Una chica. Puede tener desde quince hasta dieciocho y mas. Sus amigos quieren que llegue el verano para lucir sus nuevos bañadores. Ella esta acomplejada. Puede que tenga buen cuerpo, o no, quien sabe. 
Ella mira los anuncios, las series, las películas. Actores que intentan meterse en situaciones normales dentro de la televisión. Pero se delatan con cuerpos inalcanzables. Pocos actores gordos que no hagan del amigo gordo. 
Y deja de comer. 
No tiene tiempo ni dinero para un gimnasio.
El hambre se vuelve adicción al tabaco.
Y adelgaza. Adelgaza hasta quedarse en piel. Un esqueleto andante, sin energía, sin salud, sin identidad. 
Pero nunca es suficiente. No ve su cara en el espejo, ni las costillas sobresalientes ni los huesos puntiagudos de las caderas ni las piernas. 
Simplemente no se ve. Se convierte en un fantasma. 

La sociedad nos protege. Nos quiere.
¿O no?
Morir de hambre, desgarramientos de garganta, disolución de estómagos, por perder la propia autoestima...
En las películas duele ver a niños morir. En el día a día, los crímenes son castigados. "Barbarie" "Que monstruo"
¿Y si los adolescentes que mueren todos los días por suicidios y desórdenes alimenticios no son los culpables de su propia muerte? ¿Y si dejamos de ocultarlos y avergonzarnos? 
Todos nosotros somos la sociedad. Y la sociedad los acaba matando. Somos los culpables de nuestra propia muerte.

2013 ha sido el año con más suicidios de la historia en España. Intentemos cambiarlo.