lunes, 17 de febrero de 2014

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Thomas Stonen es un auténtico gilipollas.
Me interesó en cuanto entró por la puerta con sus padres y su hermana. La americana le sentaba increíblemente bien y esos ojos verdes resaltaron incluso desde donde yo me encontraba. También me fije en su forma elegante de andar, su gesto despreocupado y la forma en el que su pelo, mas bien despeinado, le hacía aun más atractivo. Había sido como un reto, una motivación en la noche. En cuanto se separó de su hermana ya había ido como una flecha y atraídos como imanes habíamos terminado bailando y el diciéndome cosas que me hacían reír como una loca.
Argggggggggg. Le cojería la cabeza y... pummmmm.
Más bien después, cuando me separé de él para ver (como buena anfitriona de la fiesta) como iba todo, estaba ansiosa por volver a encontrarle y reírme, hablar, bailar... Era como un sueño de esos de princesas y príncipes pero en la realidad. Nunca había conocido a un chico tan guapo, interesante, listo... Lo tenía todo.
Era una gran noche y solo acababa de comenzar. Iba con mi vestido favorito rosa ajustado y el pelo planchado. A demás iba a conocer a muchísima gente y... Bueno, que iba a ser simplemente genial.

La cosa es que cuando revisé (bastante por encima y muy deprisa como una chiquilla enloquecida) todo, deambulé por toda mi fiesta y la parte de arriba, donde se encontraba mi padre. Pero ni rastro de Tom.  
Tom, Thomas, Tomi, Sexy-Tom...
Y así que llegamos, más bien llegué, al punto de verme en mi propia fiesta sola y desesperada. Como buscando una ilusión. ¿Me habría vuelto loca?
Pero no, allí estaba él. Sentado en una silla de la barra, sonriendo de esa forma que acababa de descubrir que me encantaba. Pero no me sonreía a mí. Una chica. A su lado. INTRUSA. En cuanto la vi, vino a mi cabeza: "zorra". Y tanto. Con ese pelo azul que sin duda llevaba para llamar la atención y ese vestido estrecho del mismo color. Y de nuevo: "guarra". No la conocía pero en cualquier caso, aunque fuera la mejor persona del mundo, acababa de cagarla. Era muy guapa, con cara de sexy solitaria y sonrisa juguetona. Arggg, 
Así que saludé a Tom entre el barullo y ni siquiera se giró. Me sentí bastante ofendida y me odié a mi misma por parecer de esa forma una niña mal criada intentando llamar su atención. Respiré hondo y me fui de la fiesta. Necesitaba aire. Salí por la puerta trasera y recorrí todo el jardín hasta la gran valla que daba la bienvenida a mi casa. Salí de allí demasiado exhausta. Los tacones me hacían daño, pequeños pinchazos que no había sentido hasta ahora. Me había hecho muchas ilusiones. La verdad, me tendría que dar igual que estuviera flirteando con otra chica, dado que las fiestas sirven en parte para eso. Pero había sentido una conexión, o algo parecido... Tal vez me estaba volviendo loca. Decidí no creerme a mi misma. ¿Para qué? ¿Para seguirme haciendo daño? Avancé entre la oscuridad anaranjada que creaban las farolas, como cortinas doradas. Miré a las estrellas que se veían perfectamente, y las admiré un buen rato. No iba a estar paranoica por nada. Se supone que era mi fiesta, mi capricho, mi diversión. 
Un sonido continuado me sacó de mis pensamientos. Algo rozando la acera, ruedas... Entre la luz y la oscuridad de la calle se acercó a mí un longboard. 
-¿Liam?- Paré el longboard por el pie. 
-Perrie. - Una figura se acercó a mi. Sí, era él. - ¿Qué haces aquí? 
Liam era mi "vecino". Lo digo entre comillas porque no había vecinos en kilómetros a la redonda. Era solo mar y campo.
 -Es mi calle, Liam - Le respondí molesta, con los ojos en blanco. A veces Liam me incomodaba. Se me quedaba mirando con sus enormes ojos color miel sin escucharme. Era realmente raro. Le conocía de hacía mucho tiempo y nunca le había cogido mucho aprecio, pero al parecer, él a mi si. Era guapo pero tampoco nada de otro mundo. Me recordaba más bien a un hermano pequeño. En realidad, hacía bastante tiempo desde la última vez que le vi, y parecía cambiado. No se porqué decidí ser sincera con él:
-Bueno, necesitaba tomar el aire. -Dije recogiéndome el pelo detrás de las orejas. 
-Haces una fiesta ¿y no me invitas? - Dijo el bromeando. De nuevo, me dio la sensación de que no me había escuchado. Y me molestó un poco - Ya sabes que me encantan.
Le miré avergonzada por el hecho de no haberle invitado pero, en un instante, se me pasó.
-Estoy cansada.
-¿Qué pasa? - No sabía porque a los hombres les costaba tanto hablar de sentimientos, de verdad. Era extenuante. Podría contárselo a Grace, que seguía en la fiesta, o a cualquier otra persona. Pero Liam estaba allí, esperando una respuesta. Me miraba con sus grandes ojitos y... - Venga suelta - Me repitió dándome un codazo. 
-Un gilipollas. Aunque realmente soy yo la idiota por seguir enamorada de él. 
No me podía creer lo fácil que había sido soltarlo. Pero, enamorada había sonado excesivo. Tal vez obsesionada. Solo quería llamar la atención de Liam, tener compañía.
-¿Estas bien? - Me di cuenta de que el chico no estaba tan mal, después de todo. Tenía su encanto. 
-Supongo. - Dije sonriendo. Tenía una idea. 

Me llevé a Liam dentro de la primera casa, donde se encontraban los dormitorios. Y le dije que esperase en la planta de abajo. Subí corriendo de dos en dos la escalera, con cuidado de no caerme con los tacones. Llegué a la planta y empecé a andar de acá para allá buscando ropa guay de mi hermano que le pudiera servir a Liam. En cierto momento me di cuenta de que Dan seguramente no se habría levantado y que podría aprovechar y quitarle algo de ropa. Entré en su cuarto y se quejó. Y con razón. Se debía de haber acostado a las tantas por el concierto de anoche, y la habitación seguía apestando a tío, desodorante y drogas. Pero no reparé mucho en ello. Mientras disimulaba despertarlo y quitarle la manta en realidad me metí en el escote una camisa gris que había colgada en la silla. Después salí más rápida que una bala cruzando los dedos para que no reparase en la desaparición. 
Con Liam ya cambiado y oliendo a desodorante sexy nos adentramos en la fiesta. Me puse a bailar eufórica mientras él me sonreía con pasos más tímidos. Me encontré a Dan después bailando a mi lado con Grace. Menos mal que no reparó mucho en Liam. Prácticamente me había olvidado de Tomas con todo el ruido y el sudor. Pero por el rabillo vi que se fue de la barra dejando a la chica sola. Así que era mi oportunidad de dejar las cosas claras.
Me acerqué a ella con aires de superioridad pero parecía distante. No le importaba quién era. Pasó de mi. Parecía una chica muy fuerte y eso me descolocó y... me dio envidia. Parecía controlar la situación mientras yo no. Así que cuando me dijo borde que sus padres estaban muertos ya no pude más y me fui. No me pareció tan zorra como me pensaba que sería.
Me volví a la pista pensando calmar mis pensamientos cuando vi a Dan acercarse a Rain, la chica peli-azul. Teniendo a Grace a sus pies no sabía como mi hermano podía irse a por aquella chica. Decidí ser un poco cruel con mi mejor amiga. 
-¡Grace! - Era una chica muy mona. Dan y ella hacían una pareja estupenda. - ¿Es ese mi hermano? ¿El que flirtea con la chica esa del pelo azul?
-Emm.. Si, creo que sí. -Me dijo sin dejar de moverse. No parecía ni molesta ni celosa. Pues yo si lo estaba. Quería que alguien también lo estuviera conmigo. - ¿Por qué lo dices?
-No se... Es que esa chica no me cae nada bien.
- ¿La conoces?
-No.
-¿Entonces? - Me preguntó. No tenía repuesta. Y me seguía llamando la atención que no le molestara ni un ápice que una bruja estuviera sobando a su ligue.
-¿Qué hay entre tu y mi hermano? - Tenía mucha curiosidad. Ella pasó a blanco y después a rojo.
-Yo...- Balbuceó.
-Perrie - Me había olvidado de Liam. ¿Donde se había metido todo este tiempo? - Tengo que hablar contigo.
- Eh... vale - Acepté a regañadientes. En realidad era mejor dejar a Grace bailando y reflexionando. Al volver a lo mejor habría cambiado de idea.

Liam y yo nos separamos un poco de la multitud. Él parecía nervioso y estaba cada vez más pálido. 
-¿Qué pasa Liam?
-Eh...Bueno... Quería que supieras... - Suspiró fuertemente y se pasó una mano por el pelo. - Que... Bueno, es difícil de decir, ¿sabes?
-¿Qué pasa? - Repetí. Su aliento olía a alcohol y no parecía él. Está borracho. 
-Lo que te quiero decir y no se porque te lo digo ahora, es este mismo momento, cuando podía habértelo dicho cualquier día de estos años es... Que estás muy guapa.
-¿Para esto me traes aquí? - Repuse molesta. Qué idiota. Me estaba haciendo perder el tiempo. Tiempo que valía en oro.
-No. No es todo. Me refiero a que estas muy guapa siempre que te veo.- Me miró con sus grandes ojos. Se apoyó en la pared, muy cerca de mí. - Que brillas como un farol a media noche. Que yo soy el barco y tu mi faro, mi estrella. Estas guapa todos los días que te veo y ojalá fueran más porque no consigo dejar de pensar que cuando será la próxima vez que te veré. No solo eres bella sino que eres fuerte, y, aunque la gente piense que eres cruel yo veo tu lado más positivo, tu inteligencia y tus pequeños momentos de debilidad. Aunque, si te digo la verdad, todo los momentos que he pasado a tu lado son increíbles. No consigo dejar de mirarte, sonreírte, escucharte. Me importas. Pero más allá de eso, me duele tanto quererte. Me duele amarte. Porque eres demasiado, o tal vez poco. Porque eres distinta en cada una de tus facetas, pero eso te hace aun más especial. Tal vez en tus defectos vea mis debilidades. Como un corazón roto que quiero arreglar. Y... todo eso te lo digo, porque estoy borracho y... te quiero.
Entonces me besó. Y sin darme tiempo si quiera a procesar sus palabras, se desmayó en mis brazos.




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